Confianza y respeto mutuos: la relación medico paciente

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La llegada de la enfermedad o las cuestiones sobre la salud y cómo mejorarla, cuando no mantenerla o promoverla desde la misma salud, acercan al médico y al paciente. Tal relación, como cualquier otra humana, se reviste de una importancia especial, pues la intimidad se muestra, y la confianza y el respeto son moneda de cambio. Una sana relación medico paciente, denominada en siglas RMP, conlleva un ejercicio de empatía profunda. Lejos deben quedar los sentimientos de dominación, dependencia, secretismo, indefensión, y similares. Por ambas partes. En el intercambio de dolor y conocimiento, de enfermedad y salud, médico y paciente crean un espacio intersubjetivo. Tal ámbito reviste la "sacralidad" e intimidad de una relación humana a un nivel profundo. A veces, es una cuestión de vida o muerte, literalmente. Hay que ser conscientes de cuanto se juega en este tú a tú de la RMP (relación medico paciente).

La confianza y el respeto se plantean como un juego de mutualidad, como una balanza dinámica o dos manos dadivosas que reparten para ambas partes. El paciente, con su carga de inestabilidad, debe plantear confiadamente los signos de su malestar, resaltar cualquier dato que pueda pedirle su doctor y esperar un diagnóstico y un tratamiento que le cure o le alivie. Confía sus males y respeta el dictado médico. El galeno, por su parte, debe mostrarse abierto a recibir una vida, una confesión de hábitos y experiencias, guardando celoso secreto profesional de cuanto su paciente le diga. Confiadamente escucha y pregunta cuanto precisa, respetuosamente calla ante terceros el historial del enfermo. Hablamos en general, sin entrar en disquisiciones legales o familiares concretas. Un trato basado en estos dos pilares puede progresar, llegando al paciente a la curación y al médico a la maduración personal.

El diálogo enriquecedor: simetrías y asimetrías en la relación medico paciente

El instrumento por excelencia de la relación medico paciente es el diálogo. Desde que uno y otro se encuentran surge espontáneamente: es la forma más común de enterarse del mal sufrido, los síntomas, antecedentes familiares y cuestiones por el estilo. Es el modo en que se inquiere, se recomienda y trata. Claramente, es un diálogo asimétrico en cuanto a los roles: la firmeza cae del lado del profesional de la salud, quien escucha, conoce el terreno, sabe de los remedios; la in-firmeza del lado del paciente, el que necesita asistencia, el que padece. Tal asimetría no puede perpetuarse en la dominación severa o el paternalismo superfluo. Tampoco en la dependencia sumisa, la rebeldía desproporcionada o la sospecha continua.

En el otro plato de la balanza hay simetría: ambos son personas con experiencia de la salud y la enfermedad, propias y ajenas. Las vivencias compartidas unen y recuerdan a cada uno que quien está enfrente no es un objeto, sino una persona. Y el diálogo puede fluir entonces a niveles profundos de confianza y respeto: aparece el intercambio enriquecedor. Conseguir esto es de vital importancia. El médico no puede quedarse solo en una lista de datos y síntomas, el paciente no debe quedarse esperando sin más un veredicto. La inmersión de ambos en el mundo del otro les abre y pueden compartir parte de su ser. El doctor deviene en la primera medicina, el enfermo se reanima al sentirse valorado. El diálogo profundo, de las cosas importantes, opera sanando y aliviando.

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La justicia que media entre ambas partes: obligaciones legales

Siempre debe mantenerse la humanidad en el trato, la empatía hacia el otro, la confianza y el respeto como bases de diálogo y trato cordial. Todo esto no impide la profesionalidad, sino que la ensalza y dignifica. Todos estos valores no deben ocultar la justicia en la relación medico paciente. Deben elevarla, suponerla y afianzarla. Porque, siendo contacto humano de alto nivel, también hay leyes de por medio, hay un amparo legal no siempre conocido, aunque generalmente respetado. Sintetizando en pocas líneas...

Por parte del profesional sanitario, se exige conocimiento de su ciencia, disponibilidad y diligencia para su práctica ante el enfermo que lo precise, conocimiento del historial médico concreto, actuación desde la ética médica, información clara sobre la enfermedad y sus expectativas y tratamiento, continuidad hasta la curación del paciente, secreto profesional. Por parte del paciente, una comunicación clara de su mal y la respuesta veraz ante las preguntas del galeno, un trato respetuoso ante quien le atienda y los posibles compañeros enfermos, cumplir el tratamiento propuesto y aceptado voluntariamente, asumir las consecuencias del abandono del tratamiento o la concesión del alta voluntaria, satisfacer los debidos honorarios y buscar la salud propia y de los cercanos. Este resumen contiene los puntos básicos que hay que contemplar a nivel legal. La conculcación de alguno conlleva la ruptura de la RMP.

Derechos de ambas partes: el debido complemento a las obligaciones

Un somero vistazo a los derechos arroja estas líneas, poniendo del lado del doctor el ejercer en un lugar digno y con suficientes recursos, ser tratado respetuosamente, recibir formación permanente, salvaguardar su prestigio y recibir honorarios por su trabajo. Del paciente reseñamos que debe recibir atención médica adecuada, de buenas maneras y siendo informado verazmente, que consiente o no el tratamiento, pudiendo escuchar una segunda opinión, que tiene su ficha médica confidencial.

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